En el mundo del marketing digital, la conversiones representan un concepto clave y es fundamental no asociarlo únicamente a la venta final
En marketing digital, definimos como «conversiones» a cada una de las acciones que realiza el buyer person (posible cliente) en su buyer journey (experiencia de compra) y que están alineadas con nuestros objetivos.
Así, los usuarios pueden registrarse en un webinar, descargar un PDF o comprar un producto, siendo todas estas acciones conversiones como resultado de la aplicación de un embudo o funnel.
A modo de ejemplo, un embudo suele tener estas cuatro fases:
Debemos hacer una comunicación en alcance para poner en conocimiento lo que hacemos
A continuación escribiremos artículos de interés para nuestro público (target) con la finalidad de obtener su consideración, es decir, que nos valoren como un referente
También debemos potenciar el interés aportando contenido con soluciones que den respuesta a sus necesidades
Finalmente, el usuario entrará en nuestra web en la que podrá realizar una acción como rellenar un cuestionario, llamar a un teléfono, solicitar que le llamemos, pedir más información o comprar.
En conclusión, planificar y llevar a cabo las distintas fases del embudo de conversión nos permitirá medir el porcentaje de pérdidas que se produce en cada uno de los pasos. Así, podremos analizar y modificar aquellos pasos en los que se desvía la atención del usuario y que impiden convertirlo en cliente.
Además, te ayudará a identificar de forma visual qué ocurre con el flujo de personas que entran en tu web y así detectar y corregir errores.
Conclusión
Resumiendo, al aplicar un funnel -embudo – perseguimos la conversión de alguien que realiza una búsqueda en internet en un cliente o en alguien que está a punto de serlo, pero también alguien que descarga un PDF, solicita información o que aún no ha tomado la decisión de compra, pero que lo hará si se le ayuda.
En el inboundmarketing, el diseño de funnels es muy frecuente